“Tenías la misma lógica de la heroína, me produjiste el mismo efecto porque te vi y me dieron ganas de inyectar tu nombre en mis venas.”
— Opio en las nubes, Rafael Chaparro
Màs prohibido no podìa ser el amor de ellos, sin embargo en esto radicaba el encanto, en lo escondido y prohibido, siendo una invitación para violar las reglas. Esto la sacaba de su muerte en vida, de aquel hueco en que se había convertido aquel infinito vacío de su infierno. Su conciencia le impedia por todos los medios amarlo, no había lògica en este amor <pero quien dijo que el amor tiene lògica>. Como controlar sus sueños y aquellas sensaciones únicas que el despertaba con su sola presencia.
Eran polos opuestos y a la vez sinèrgicos, que se atraían con la fuerza de un Iman
en cualquier momento podían crear un corto circuito y hacer explosión ... En eso radicaba el peligro y la emoción extrema, en pasar aquella barrera ese pequeño hilo que une la vida y la muerte.
Los encuentros casuales empezaron a ser más cotidianos, las llamadas constantes y ardientes, ella llegaba ataviada con un abrigo y gafas oscuras. Debajo del abrigo en algunas ocasiones solo lencería o dependiendo de la premura ni eso.
Una llamada, un mensaje cifrado o no... Bastaba para que todos los sentidos se alteraran, evocando sensaciones condicionadas o no. Los encuentros disimulados del principio cada vez eran más a la luz, casi violando el código del secreto, del silencio. Como evitar aprovechar un lavado desocupado o aquel travieso zapato de Andrea con provocadores movimientos bajo la mesa, cada espacio era propicio y adaptable para iniciar la faena, desde unas escaleras un ascensor desocupado. Todo era un espacio propicio aun aquel restaurant lujoso de los Camps Elyseus en Parìs. Una e antesala constante que no paraba, una sed constante que no saciaban.
No eran perfectos, pero en la cama se fusionaban. Ninguno de los dos era un santo pero gracias a lo mismo sus cuerpos despertaron a tal punto sus sentidos, que extasiarlos no eran una labor sencilla y en manos de estos dos expertos era algo elemental, el erotismo llegaba a la relación sin ni siquiera establecerlo.
Recordarla para Joan, era ver aquellos labios carnosos sedientos y su cuerpo adquiria vida propia haciendo pasar incomodas situaciones. Evocar aquellos labios carnosos provocadores y como los mordia cuando su excitación llegaba a su punto cumbre. Por su parte ella, simplemente volaba cada vez que sus cuerpos bailaban la tonada ùnica de la pasiòn.
Jugaban de tal forma con el erotismo de sus sentidos que identificaban un olor, un roce , un sonido, un sabor...La canela o a miel , todo era estímulo para iniciar la faena. No podia faltar una tonada que exaltara sus sentidos, o unas simples lineas no elaboradas o un romántico poema...Que escribían en su piel
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