“Lección
creo que he comido suficiente m… en esta
vida, como para no abonar el terreno para algo
bueno”.
En aquella esquina
pudo divisar el Fiat
que rápidamente reconoció.
Detrás del volante,
noto aquellos ojos
verdes de esmeralda al
retirar los lentes de sol, lo
encontró especialmente guapo.
Aquel día , Andrea
despertó completamente perdida; se encontraba allí
con muchas lesiones no evidentes
para los demás, no así para
Peter, a quien le basto más
que una leve mirada para imaginar lo mal
que la había pasado. Luego de algunos minutos, en los cuales disimulo
el temblor que era más que evidente.
Se quito los lentes oscuros,
dejando al descubierto
los sus ojos irritados e inflamados y aquella mirada perdida que hablaba más
que mil palabras.
Presa de la
paranoia y el miedo, miraba
repetitivamente por los cristales
del coche y los espejos retrovisores , en busca de aquellos
fantasmas que la atormentaban.
- ¿Donde quedaba
aquella mujer fría y calculadora como el
hielo?-Se pregunto Peter…….
No era ni el vestigio
de la que encontró aquel día. De
aquella atractiva joven,
orgullosa y altiva , poco era lo que
quedaba, consumida por la
ansiedad .
<No Podía
dejarla ver así de Manel, seria una masacre , la
declaración de guerra y con ello
plan se caería al piso> ,
un gran
dilema.
Se subió rápidamente luego de un
breve saludo, el
paro luego en
una estación de gasolina.
Andrea dejaba
de mirar por los retrovisores, y algo nerviosa:
El lo noto.
-No te preocupes princesa- No nos
vienen siguiendo.
-Estas a mi lado ¡No lo olvides¡, Yo me encargo.
En un gesto seguro y con una sonrisa en sus labios, dirigió su mano acariciar su más valiosa pertenencia “La cabrona” . Un revolver calibre 22 con cacha de plata, discreta pero valiosa.
Algo en el
le hacia despertar
toda la seguridad y confianza, que tanto le
hacia falta en
estos momentos. Estaba segura
con el, esto era claro. Si había en el
mundo alguien capaz de morir por
ella, era él.
Cuando el vehículo paro. Un sabor a miel inundo los labios de Andrea, sacándola de sus oscuros pensamientos, sumiéndola en el más encantador deseo que se puede tener.
Saboreo la miel
, luego de tantos días de
amargas y confusas experiencias, un beso
apasionado, cálido y tierno
a la vez.
Su piel se erizo y no pudo contener
el temblor, ni aquella sensación de
humedad que se
filtro en su
interior.
Un preámbulo un
inicio… De lo que seria
aquella noche.
Pararon en
un Bar de
Salou, cerca al mar,
la mezcla de
un buen Vermut.
De entrada un Setas y
aquellos inigualables sabores de mar ( incitaban uno a
uno sus
sentidos), aquella sonrisa , más de una vez
sus ojos se
encontraron y notaron
que se encontraban en otro plano.
-Déjame pedir
algo- con una risa picaresca , le
sugirió a Andrea
que cerrara los ojos,
mientras el iniciaba
a dar con bocados uno a uno
los platillos de aquella noche, y que
terminaron finalmente.. En
el mejor.
Por un momento
todos los sentidos se
activaron , el gusto con
aquel sabor dulce
y algo acido, y aquel inconfundible aroma
dulzón igual a su
sabor….No podía ser otro el sabor y el
olor inconfundible de
las Maduixes i Xocolata, y
para el coctel erótico no podía faltar
un buen Café.
Así inicio aquella
noche, alimentada de deseos, anhelos dormidos,
sin miedo ni cohibición de
ningún tipo.
Fueron eternos los
segundos, que les costo
llegar al piso, ya
en el coche
en el ascensor, los besos se
tornaban más apasionados
se prolongaban.
Nerviosamente él no podía
colocar las llaves en el cerrojo
para poder abrir,
y entre más
apremio se le colocaban trabas, la
vecina del lado
paso con la perra French
y sorprendió a la flamante pareja
..Entre los ladridos insistentes
de la perrita ante
el olor de la
Adrenalina pura.
La situación
algo bochornosa, se torno jocosa,
mientras respondía la conversación, no
soltaba su presa, la mano en el
terrier de la
señorita ( las manos en la masa).
Un una
invitación a iniciar aquella noche, varias veces noto
como sus rodillas
se frotaban queriendo contener
el gran deseo de sus cuerpos.
Antes de
detener el coche, noto la
gran angustia y
el miedo reflejo
en ella , cierto pesar invadió
a Peter, quien sujeto la mano con fuerza y seguridad. Se bajo
y le abrió la puerta
del coche , en frente de la
acera le entrego la pequeña maleta.
Ella lo miro, deseando que no se
fuera , estaba al
frente de la
cueva del lobo teniendo la seguridad
que de allí no saldría invicta.
En aquel momento èl toma su cara entre las manos y la beso
en la frente, como quien se
despide de una hija, ni una palabra
surgió entre los dos quizás
por el temor que de
lugar de las mismas
surgieran lagrimas o la
voz entre cortada
tan incomoda.
En
aquel momento, los ojos
de los fisgones
rápidamente se detuvieron en la escena.
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